viernes, 18 de noviembre de 2011

La Revolución.

En mi habitación la cama estaba aquí, el armario allí y en medio la mesa.
Hasta que eso me aburrió. Puse entonces la cama allá y el armario aquí.
Durante un tiempo me sentí animado por la novedad.
Pero el aburrimiento acabó por volver.
Llegué a la conclusión de que el origen del aburrimiento era la mesa, o mejor dicho , su situación central e inmutable.Trasladé la mesa allá y la cama en medio. El resultado fue inconformista.
La novedad volvió a animarme, y mientras duró me conformé con la incomodidad inconformista que había causado. Pues sucedió que no podía dormir con la cara vuelta a la pared, lo que siempre había sido mi posición favorita.
Pero al cabo de cierto tiempo, la novedad dejó de ser tal y no quedó más que la incomodidad. Así que puse la cama aquí y el armario en medio. 
Esta vez el cambio fue radical. Ya que un armario en medio de una habitación es más que inconformista. Es vanguardista.
Pero al cabo de cierto tiempo… Ah, si no fuera por ese "cierto tiempo”. Para ser breve, el armario en medio también dejó de parecerme algo nuevo y extraordinario.
Era necesario llevar a cabo una ruptura, tomar una decisión terminante. Si dentro de unos límites determinados no es posible ningún cambio verdadero, entonces hay que traspasar dichos límites. Cuando el inconformismo no es suficiente, cuando la vanguardia es ineficaz, hay que hacer una revolución. 
Decidí dormir en el armario. Cualquiera que haya intentado dormir en un armario, de pie, sabrá que semejante incomodidad no permite dormir en absoluto, por no hablar de la hinchazón de pies y de los dolores de columna.
Sí, esa era la decisión correcta. Un éxito, una victoria total. Ya que esta vez, “cierto tiempo” también se mostró impotente. Al cabo de cierto tiempo, pues, no sólo no llegué a acostumbrarme al cambio -es decir, el cambio seguía siendo un cambio-, sino que al contrario, cada vez era más consciente de ese cambio, pues el dolor aumentaba a medida que pasaba el tiempo. 
De modo que todo habría ido perfectamente a no ser por mi capacidad de resistencia física, que resultó tener sus límites. Una noche no aguanté más. Salí del armario y me metí en la cama. 
Dormí tres días y tres noches de un tirón. Después puse el armario junto a la pared y la mesa en medio, porque el armario en medio me molestaba. 
Ahora la cama está de nuevo aquí, el armario allá y la mesa en medio. Y cuando me consume el aburrimiento, recuerdo los tiempos en que fui revolucionario...




 Texto de Slawomir Mrozek autor del libro "La Vida Difícil"

2 comentarios:

  1. Muy bien Incógnita!
    Sigues sorprendiéndome con tu estilo tan curioso y a la vez tan bueno de elegir, en este caso, un texto tan sencillo como increíblemente bonito. Es sencillamente grandioso cuando decide que su estilo es demasiado poco divertido y decide dormir en el armario, eso fue muy cómico. A la vez creo refleja la nostalgia y el aburrimiento de una persona que está tan sola en su habitación que lo único que se le ocurre es mover de sitio los tres muebles de los que dispone, cambios que narra desde una perspectiva extravagante. Si es que nadie sabe lo que es capaz de hacer el aburrimiento.
    Sigue así de bien Incógnita, me ha encantado.
    Recuerdos desde mi mundo romántico.
    Tom

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  2. Me gusta tu redacción mi querida seguidora.

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