martes, 21 de febrero de 2012

Hänsel y Gretel

        Como un autómata, Gretel barría la estancia con paso pesado y fúnebre. Su hermano lloriqueaba en la jaula; llevaba tanto tiempo haciéndolo que ya no lo oía, de hecho, se sentía como en un sueño. Desde su captura habían pasado tantas cosas extrañas y surrealistas que habían dejado a Gretel como aletargada, alejando a su pensamiento de la casa, del bosque, de aquella horrible pesadilla...y todo por culpa de su madrastra. ¡¿Cómo  podría haber convencido a su padre para que hiciese algo tan horrible como abandonar a sus hijos en el bosque?! Llevaba tanto tiempo dándole vuelta a aquella dichosa pregunta que ya no sabía si había respuesta o es que no quería saberla. Entonces miró a su hermano, lo único que le quedaba en el mundo...no podía perderlo por culpa de una bruja hambrienta. No. Tenía que idear algo. Coger las llaves y salir corriendo sería imposible, pues Hänsel había engordado tanto que casi no cabría por la puerta.¡Qué ironía! La primera vez que la atravesaron no tenían más que piel y huesos, y era a eso (a morir de hambre) a lo que más temían. En cambio, ahora que eran esclavos de la bruja, esa era la última de sus preocupaciones.
          Fue en medio de aquel torbellino de pensamientos cuando lo vio: el horno. Si... la bruja estaba vieja , ciega y enferma, y la verdad es que parecía estar muy concentrada preparando el caldo para su hermano, así que no se enteraría. Ella tampoco es que fuese débil, así que calculó la fuerza necesaria para empujar a la bruja...Un empujón; uno solo a cambio de su libertad. La idea cegó a Gretel.
         Blurp.
        No podía creerlo: ¿la había matado? ¿había sido tan fácil?